Todo hace indicar que Cuba tiene poderes nunca vistos, pues ahora tiene esclavos por el mundo que previenen enfermedades, las curan y salvan vidas con su solidaridad humana.

Esos nuevos “esclavos”, clasificados así por altos funcionarios de la administración yanqui, son los cientos de miles de médicos, enfermeros y personal técnico de la salud cubanos, que trabajan en lugares donde galenos de otros países “democráticos”, no aceptan ir ni de visita, porque para esos la medicina es solo un negocio donde ganan mucho dinero, algo bien distinto a Cuba, donde es un sacerdocio para salvar vidas, especialmente a personas de escasos recursos económicos.

Por ese motivo, Estados Unidos que, a pesar de ser la primera economía mundial posee millones de ciudadanos sin acceso a la salud por carecer de dinero para adquirir un seguro médico, ha desatado una cacería de brujas contra las misiones médicas internacionales de Cuba, porque sabe que es la entrada fundamental de divisas para el país, con las que se sostiene el sistema de Salud totalmente gratuito para todo el pueblo.

El sistema de Salud cubano es un ejemplo para el mundo y principalmente para los países subdesarrollados, con un médico y una enfermera en consultorios construidos en cada barrio, citadino o rural. Hoy todos los niños de la Isla nacen en un hospital y las embarazadas con bajo peso o anemia, son ingresadas en casa especiales para ellas, donde se les da seguimiento hasta el parto. De ahí la baja tasa de mortalidad infantil al nivel de países desarrollados.

La cruzada anticubana fabricada por algunos de los miembros de la mafia terrorista anticubana radicada en Estados Unidos, intenta hacerle creer a muchos que Cuba explota a sus médicos colaboradores y no les paga el salario por el cual el estado firma contratos con los países donde trabajan.

Sin embargo, los yanquis ocultan que parte de ese dinero se destina a la compra de equipos de alta tecnología y medicamentos que ellos impiden su adquisición, al sancionar a las empresas fabricantes y a los bancos que tiene que ejecutar las transacciones bancarias de esas ventas, imponiéndoles multas de miles de millones de dólares para imposibilitar su adquisición, hecho que, sí es un delito de lesa humanidad, por atentar contra la vida de todo un país.

La mentira fabricada por Estados Unidos solo persigue impedir la entrada de divisas a Cuba, algo expuesto por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, con total desfachatez, al afirmar:

“Mi Departamento está negando el acceso de Cuba a las divisas”.

Para no dejar dudas de la cacería anticubana, el secretario de Estado Mike Pompeo explicó:

Cuba es una prioridad de política exterior para la administración Trump”

“Todas estas acciones están diseñadas para evitar que los dólares llenen los bolsillos de los militares cubanos”

“El Departamento de Estado sancionó a los jefes de las misiones médicas del gobierno cubano en el extranjero. La nueva ronda de sanciones está dirigida específicamente a cortar el dinero que llega al gobierno, porque el programa de exportación de servicios médicos reportó al gobierno cubano más de $6,000 millones en 2018”.

A los yanquis no les importa que cientos de miles de latinoamericanos y africanos se queden sin la atención médica que brindan los colaboradores cubanos, pues esos pobres sin recursos financieros no pueden pagar las costosas operaciones y tratamientos que de forma gratuita ejecuta el personal cubano.

¿Son realmente humanos quienes cortan la asistencia cubana?

Claramente que no, a ellos solo le interesa estrangular la economía de la Isla para que renuncie al sistema socialista y caiga en brazos de los yanquis, como siempre soñaron con la teoría de la Fruta Madura, enarbolada en abril de 1823 por John Quincy Adams, cuando ocupaba el mismo cargo que Mike Pompeo.

Dos años después fue electo presidente de los Estados Unidos y persistió en su empeño, análogo al expuesto en 1820 por su antecesor Thomas Jefferson, a John C. Calhoun, en ese entonces su secretario de la guerra: “Debemos, a la primera oportunidad, apoderarnos de Cuba”.

Las presiones sobre los gobiernos que tienen firmado contratos con el ministerio de Salud cubano son brutales, y los efectos se comprueban en las declaraciones que rápidamente hizo el brasileño Jair Bolsonaro, seguidas por el traidor Lenin Moreno en Ecuador y los militares golpistas en Bolivia.

El pasado 12 de enero 2020, el propio Pompeo escribió en su cuenta de Twitter:

“Instamos a los países anfitriones de las llamadas misiones médicas cubanas, a que pongan fin a los acuerdos contractuales con el régimen de Castro, que facilitan los abusos contra los derechos humanos de los profesionales de la Isla que participan en tales programas”.

Para justificar su criminal accionar compran a quienes se prestan para acusar a Cuba, con tal de ganarse unos miles de dólares, como es el caso de las relatoras especiales de la Organización de Naciones Unidas, sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, incluidas sus causas y consecuencias, Urmila Bhoola y María Grazia Giammarinaro, respecto a la trata de personas, especialmente mujeres y niños.

Ambas se prestaron para dirigirle una carta al gobierno cubano, donde lo acusan de “someter a los médicos a condiciones de trabajo forzoso”, dándole un plazo de 60 días para responder a sus preocupaciones, como si Cuba fuera una colonia más de los yanquis.

La alharaca también la armaron con la organización Cuban Prisoners Defenders, financiada con dinero del gobierno estadounidense a través de la USAID y la NED, bajo el mismo guion confeccionado por especialistas en guerra psicológica.

Con total desfachatez las mencionadas relatoras de la ONU, declaran que “el derecho a la privacidad estaría limitado por el control y seguimiento efectuado a los médicos cubanos, incluyendo la comunicación y las relaciones sostenidas con personas nacionales y extranjeras durante las misiones de internacionalización”, olvidándose que son los Estados Unidos quienes espían y controlan las comunicaciones mundiales, incluidas las de presidentes y ministros, mediante las comunicaciones telefónicas, correos electrónicos y el uso de cuentas de Facebook y Twitter, hecho denunciado públicamente desde hace años.

Ya no se sabe que historieta de terror van a diseñar contra Cuba, a pesar de que en 60 años de mentiras no logran dañar la labor de la Revolución, que tiene una larga historia de conducta humanitaria y apoyo a los desposeídos y pobres de la tierra.

El Senador Marco Rubio y Mike Pompeo, pasarán a la historia como rufianes fracasados en su intento por derrocar a la Revolución cubana, esa fruta que no cayó, porque como afirmó José Martí:

“La libertad cuesta muy cara y es necesario a resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio.”

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