Sarna y otras dermatosis parasitarias producidas por ácaros

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Las dermatosis parasitarias, incluidos los diferentes tipos de sarna, son un grupo de enfermedades de presentación frecuente en la consulta diaria de dermatología veterinaria. Su relevancia es muy notable, ya que a menudo afectan a colectividades como criaderos, albergues y residencias caninas. Su diagnóstico precoz es pues fundamental para evitar la diseminación de la enfermedad.

Sarna sarcóptica

Es una dermatosis parasitaria de carácter contagioso producida por el ácaro Sarcoptes scabei variedad canis, que excava galerías en el estrato córneo cutáneo del perro, donde las hembras depositan los huevos.

El periodo de desarrollo de la enfermedad, desde el contacto con el parásito, es de tres semanas. Produce un prurito muy intenso y autotraumatismo, acompañado de lesiones costrosas principalmente en el margen auricular, cara externa de los codos y región esternal.

Su diagnóstico se realiza mediante raspados múltiples, pruebas serológicas de IgG o, en algunos casos, respuesta al tratamiento. Los raspados cutáneos extensos con resultado negativo no permiten descartar la enfermedad, ya que un número muy reducido de ácaros es capaz de producir una sintomatología muy grave mediante un mecanismo de hipersensibilidad del hospedador frente al ácaro.

La selamectina o moxidectina al 2,5 % son dos moléculas de eficacia probada en el tratamiento de la sarna sarcóptica.

La contaminación humana se produce en el 25 % de los casos, aunque depende mucho del grado de contacto entre el perro afectado y el propietario. Es importante resaltar que el Sarcoptes scabei variedad canis no puede reproducirse en la piel humana y, por tanto, el prurito que ocasiona suele remitir cuando se trata la fuente de contagio.

Sarna sarcóptica

Figura 1. Perro afectado de sarna sarcóptica.

Sarna notoédrica

Es una enfermedad producida por el ácaro Notoedres cati, que excava galerías en el estrato córneo superficial de los felinos. Se considera muy contagiosa en colectividades y puede afectar de modo ocasional al zorro o al conejo. Es una zoonosis y, por tanto, puede afectar circunstancialmente al hombre. Se diagnostica por raspado cutáneo, donde el número de ácaros suele ser muy elevado.

Suele afectar principalmente a la región facial del gato y es de presentación pruriginosa y escamosa. El tratamiento con selamectina ha resultado eficaz, así como los baños con cal azufrada al 2-3 %.

Sarna otodéctica

También se denomina otocariosis, y es la enfermedad cutánea resultante de la multiplicación del ácaro Otodectes cynotis en el conducto auditivo externo. Puede afectar tanto al perro como al gato, pero en este último es mucho más frecuente, principalmente en cachorros de menos de seis meses.

Los Otodectes se nutren de cerumen y detritos celulares dentro del oído, donde completan su ciclo biológico, aunque en ocasiones pueden salir para colonizar otras zonas vecinas, en las que pueden vivir algunos días.

La sintomatología que producen es una otitis ceruminosa, con un exudado negro-marronáceo abundante denominado a menudo en bibliografía como “posos de café”.

Su diagnóstico es sencillo y se realiza mediante hisopado ótico con una torunda de algodón y observación microscópica de la muestra suspendida en aceite mineral.

No tiene relevancia zoonótica, aunque es una enfermedad de elevada incidencia en colectividades, sobre todo felinas, y debemos tratar a todos los animales expuestos, de modo tópico o sistémico.

El tratamiento local del oído requiere una exhaustiva limpieza previa para obtener buenos resultados. El tratamiento en pipeta o spot-on puede realizarse con fipronilo, moxidectina o selamectina.

Sarna otodéctica

Figura 2. Sarna otodéctica en el conducto auditivo externo.

Sarna demodécica

Demodex es un ácaro que, a diferencia de los anteriores, se considera comensal o residente habitual de la piel del perro y gato, en la que se encuentra en pequeño número. Este parásito es transmitido desde la madre al cachorro en los primeros 2-3 días después del nacimiento.

Demodex canis afecta al perro y es el ácaro identificado con más frecuencia. Las variedades Demodex injai y cornei son mucho menos habituales como responsables de demodicosis canina. La enfermedad se desarrolla debido a una inmu-nosupresión transitoria o permanente. Algunas de las razas más predispuestas a padecerla son Bulldog Francés e Inglés, Bullterrier, Carlino y Shar Pei. La enfermedad puede ser de gravedad muy variable, dependiendo de su extensión y de si va acompañada de infección secundaria grave. Su diagnóstico se realiza mediante raspados cutáneos profundos en áreas alopécicas.

La demodicosis canina se denomina “sarna roja” por el aspecto eritematoso de la piel en muchos casos. En los casos de demodicosis canina generalizada es importante informar al propietario de la gravedad de la enfermedad, así como de su nula capacidad de contagio, ya sea entre congéneres o al ser humano. Esta es la única sarna no contagiosa.

Demodex cati afecta al gato y, a menudo, se asocia a causas de inmunosupresión víricas, como leucemia (FELV) o inmnunodeficiencia (FIV), o metabólicas, como diabetes.

Suele aparecer de forma escamosa localizada en cabeza y cuello, aunque en casos graves puede generalizarse. Al igual que en el caso de la demodicosis canina, no es una enfermedad contagiosa. Existe una variedad de demodicosis felina producida por Demodex gatoi que se considera contagiosa entre gatos, pero es muy poco frecuente.

Sarna demodécica

Figura 3. Perro con sarna demodécica.

Cheyletiellosis

Los ácaros de la familia Cheyletiellidae tienen un tamaño considerable y son visibles incluso con el empleo de sistemas de magnificación simple, como una lupa. Se alimentan principalmente de escamas y detritos celulares de la epidermis. Producen un cuadro descamativo grave acompañado de prurito de intensidad variable, y por ello en algunas reseñas bibliográficas aparece denominada como “enfermedad de la caspa móvil”.

Su diagnóstico se consigue mediante la realización de una impronta con papel acetato sobre la superficie cutánea afectada, seguida de observación directa al microscopio.

Para su tratamiento se ha utilizado una gran variedad de moléculas con éxito, como fipronilo, sulfuro de cal, selamectina y moxidectina.

Es altamente contagiosa en colectividades y criaderos con medidas higiénicas deficientes, en las que afecta sobre todo a individuos jóvenes.

La contaminación humana, en forma de picaduras esporádicas, principalmente en antebrazos y cintura, puede aparecer hasta en el 50 % de los casos descritos, si bien no es una verdadera infestación, ya que las Cheiletiellas no pueden reproducirse sobre la piel humana.

Cheylletiellosis

Figura 4. La cheylletiellosis se caracteriza por descamación intensa.

Trombiculidiasis

Se trata de una enfermedad estacional (otoño y verano) producida por la acción patógena de la larva hexápoda de un ácaro de la familia de las Trombículas. En Europa se denomina Neotrombicula autumnalis.

Estas larvas reciben nombres diversos según la región geográfica donde se encuentren, como araña roja, ácaros del verano o ácaro de la cosecha.

Las larvas son de un característico color anaranjado y se alimentan de tejidos de mamíferos y algunas aves, hasta alcanzar su desarrollo. Se adhieren a la piel introduciendo la zona craneal o estilostoma en la dermis para, a continuación, segregar unas sustancias enzimáticas proteolíticas que digieren el tejido.

La contaminación siempre se produce desde el medio ambiente, en zonas umbrías como bosques, setos o zonas de maleza.

Los síntomas cutáneos suelen estar localizados en zonas donde las larvas tienen más fácil acceso, como región periocular, interdigital, peribucal, perianal y axilar. Los cuadros suelen ser de tipo pruriginoso, eritematoso y ocasionalmente costroso.

El diagnóstico se realiza a través de la observación microscópica de las larvas, recogidas mediante un raspado cutáneo suave con aceite mineral.

El tratamiento más eficaz parece ser el empleo de fipronilo en spray cada dos semanas, con especial atención a su aplicación en las zonas anatómicas de predilección de las larvas.

El tratamiento del entorno resulta fundamental, mediante el desbroce y eliminación de la maleza, o evitando frecuentar el lugar donde apareció el primer brote durante los meses de marzo a octubre.

Extraído de: César L. Yotti Álvarez. Dermatosis parasitarias caninas y felinas. Ateuves n.º 32, pp. 28-35

 

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